Valores y lectura

Concepto

Son muchos los autores que se han aproximado al concepto de valor y, en general, podemos hablar de cinco rasgos fundamentales en su definición. En este sentido, se puede entender un valor como: 1) una creencia; 2) que pertenece a fines deseables o a formas de comportamiento; 3) que trasciende las situaciones específicas; 4) que guía la selección o evaluación de comportamientos, personas y sucesos; y 5) que se ordena por su importancia relativa a otros valores, para formar un sistema de prioridades de valores (Schwartz, 1992, 2001; Schwartz y Bilsky, 1987, 1990).

El estudio de los valores nos sitúa en un ámbito complejo y difícil de caracterizar de forma precisa. Los valores serían abstracciones de lo que es importante y deseable, que sirven para juzgar y orientar nuestras acciones, y que han de entenderse «como creencias básicas a través de las cuales interpretamos el mundo y damos significado a los acontecimientos» (Yubero, Larrañaga y Cerrillo, 2004: 10).

Debemos considerar los valores realidades dinámicas, sometidas a cambios condi- cionados, en su manifestación y realización, por el espacio y el tiempo. En términos generales, los valores han de entenderse como los criterios a través de los cuales se establece aquello que es deseable o no para una sociedad concreta, representando la esencia normativa por la que esa sociedad se rige. La determinación y el límite de los valores «es una cuestión permanentemente abierta, como lo es la ciencia y la vida misma» (Nieto y González, 2002: 29).

Los valores no son algo estático y pueden evolucionar a lo largo de la socialización del individuo. Nuevas circunstancias, informaciones o conflictos pueden disminuir su importancia o aumentar su poder, del mismo modo que las actitudes son modifica- bles a partir de la experiencia.

La adquisición de valores se vincula inicialmente a la imitación de las conductas y comportamientos, y es necesaria posteriormente una fase de maduración en la que han de ser interiorizados para que constituyan un marco de referencia consciente.

La lectura forma parte de las prácticas más empleadas en la escuela y ocupa un papel fundamental dentro de la actividad escolar desde edades muy tempranas. La narración y la lectura de historias han formado con gran frecuencia parte del ritual de aprendizaje de valores sociales.

De hecho, podemos considerar que la lectura es un valor en sí misma. Los cuentos que nos contaban de pequeños, los que nos leyeron posteriormente y los que hemos ido leyendo nosotros mismos a lo largo de nuestro proceso madurativo han ayudado a nuestra construcción como personas.
Podríamos decir que la mayoría de las lecturas que forman parte de nuestro inter- texto lector han sido en gran medida protagonistas de nuestro desarrollo como personas, estando estrechamente vinculadas al proceso de aprendizaje de los valo- res sociales propios de nuestra cultura y ayudándonos a formar parte del engranaje social.

 

Análisis

El texto literario incluye una serie de elementos denotativos y connotativos a través de los que los autores nos muestran el mundo y buscan motivar nuestra capacidad reflexiva e interpretativa. Cuando un lector se introduce en un texto, construye un cuadro mental sobre la narración, llega a identificarse con los personajes y las situaciones, y puede quedar inmerso emocionalmente en el texto. Además, los acontecimientos que transcurren en el relato, así como los personajes que cobran vida a través de las palabras, se convierten en experiencias vicarias, que pueden tener influencia en la orientación de nuestras actitudes y comportamientos, además de influir en nuestros propios juicios morales. El poder socializador de los relatos radica, por tanto, en su fuerza emotiva, en su capacidad para presentar nuestros propios miedos, sentimientos y conflictos internos.

Los valores sociales pueden aparecer representados en distintos niveles y estructuras del texto literario. Se pueden encontrar valores que se presentan como temas parciales y otros que lo hacen como temas globales. A partir de cada uno de estos dos tipos se establece una nueva distinción entre aquellos valores que aparecen representados en la microestructura, lo que implica que dichos valores están explícitamente verbalizados en el texto, o bien los que aparecen en la macroestructura, en la que los valores no son citados literalmente, sino que se encuentran en las acciones que realizan los personajes.

Esta división se completa con las formas en que los valores se manifiestan en estas dos dimensiones del texto, considerando que en ambos casos los valores pueden aparecer de forma explícita, tanto en las oraciones del texto como en las actuaciones de un personaje, o de manera implícita, por lo que es necesaria una labor de interpretación y deducción que determine su representación. Esta nueva división responde a la idea de que hay valores que aparecen como tales en los textos, pero otros se desprenden del texto tras cierta labor de deducción.

En esta clasificación, los apartados son permeables y están comunicados, por lo que nada impide que un mismo texto contenga varias de estas categorías, de manera que nos podemos encontrar en una misma obra valores globales y parciales, valores representados en la macroestructura o en la microestructura, o valores manifestados a la vez de forma explícita y de forma implícita.

En el proceso de transmisión y recepción de valores a través de los textos narrativos adquieren gran relevancia los personajes. La caracterización de sus cualidades psicológicas, sus conductas y su forma de relacionarse nos pueden ayudar a inferir gran parte de los valores sociales que el autor ha querido transmitir. Los personajes se convierten en modelos de conducta, cumpliendo no solo una función expresiva y representativa, sino además modeladora. Las actitudes y los comportamientos de los personajes en determinadas situaciones muestran al lector su posicionamiento ante los conflictos que se plantean, expresando así los valores predominantes en la historia (Yubero, Larrañaga y Cerrillo, 2004: 39-64)

Implicaciones

En el proceso de transmisión y recepción de valores a través de la lectura, partimos de las creencias y valores plasmados por el autor del texto, de acuerdo con sus con- diciones y convicciones, deudoras del momento y de las circunstancias en las que transcurre su propia vida. Este proceso finaliza con la intervención del lector, quien «como receptor final de mensaje, procesa la información, añadiendo y eliminando aquellos elementos que no encajen en su propio proceso cognitivo» (Yubero, Larrañaga y Cerrillo, 2004: 91).

La clave del proceso de transmisión de valores a través de textos literarios reside, por tanto, en la diferenciación perceptiva de los distintos lectores. De manera que cada lector será el encargado de realizar su propia selección perceptiva dentro del conte- nido del propio texto, que estará basada fundamentalmente en sus experiencias, sus vivencias, sus aprendizajes y todos aquellos valores y creencias asimilados a través de cualquier otro agente socializador.

No debemos magnificar la función ideológica o de transmisión de valores de los textos narrativos, ni pensar en efectos inmediatos o mecánicos de transferencia entre los modelos presentados y los lectores. La lectura es una actividad cognitiva compleja, por lo que puede darse un proceso en el que los valores iniciales planteados por el autor del texto y seleccionados como adecuados por el propio educador no sean percibidos de la misma manera por los lectores a los que van dirigidos. Por este motivo, para la educación en valores a través de la lectura, es imprescindible la figura de un mediador que lleve a cabo diferentes estrategias dirigidas a reconocer y analizar los valores contenidos, directa o indirectamente, en los textos.

A la hora de desarrollar estrategias para intervenir de forma intencionada sobre los procesos de adquisición de valores, es habitual la utilización de mecanismos de acer- camiento a partir de los conocimientos, las emociones y los comportamientos.
Existe gran variedad de estrategias para la educación en valores, si bien trabajos como los de ortega, Mínguez y Gil (1996: 20), Nieto y González (2002: 41) y Yubero,Larrañaga y Sánchez García (2009: 10) coinciden en señalar los siguientes procedimientos como los más eficaces:

• Clarificación de valores: Identificación y reflexión razonable y consciente sobre aquello que se valora, se acepta o se piensa.
• Discusión de dilemas morales: Presentación de historias conflictivas en las que la resolución implique una toma de decisiones sobre el valor que debe predominar.
• Estudio de casos: A partir de la exposición de situaciones reales o ficticias se realiza su análisis, fomentando el intercambio de opiniones.
• Análisis de valores y análisis crítico de la realidad: Estudio de problemas reales y sus consecuencias.
• Comentario crítico de textos: Fomentar una visión crítica y analítica de los aspectos relevantes y significativos de un texto.
• Autorregulación de la conducta: Conseguir el autocontrol de la conducta y la responsabilidad en la toma de decisiones.

El papel del mediador no debe ser el de imponer una lectura única y oficialmente legitimada, ni de evitar todo relativismo en la interpretación del texto, para guiar al lector a la identificación de unos valores determinados. El uso de las obras literarias para la educación en valores debe, por el contrario, favorecer el diálogo entre el lector y el texto, ayudándole a razonar sobre las vicisitudes de los personajes, a valorar o rechazar sus actos y a relacionar las conductas reflejadas en los textos con sus propias experiencias y valores.

 

Referencias

Ortega, P., Mínguez, R. y Gil, R. (1996), Valores y educación, Barcelona: Ariel Educación.

Nieto, S. y González, J. (2002), Los valores en la Literatura Infantil, Valladolid: Akal.

Ortega, P. y Schwartz, S. H., 2001, 1992; NO HAY COINCIDENCIAS

Schwartz, S. H. y Bilsky, W. (1990), «Towards a theory of the universal psychological structure of human values», Journal of

Schwartz, S. H. y Bilsky, W. (1987), «Towards a universal psychology structure of human values», Journal of Personality and Social Psychology, 53, pp. 550-562.

Yubero, S., Larrañaga, E. y Cerrillo, P. (2004), Valores y lectura. Estudios multidisciplinares, Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Yubero, S., Larrañaga, E. y Sánchez García, S. (2009), Educar valores para la igualdad desde la lectura, Toledo: Instituto de la Mujer; Cuenca: CEPLI

Fecha de ultima modificación: 2014-04-21